LA LÍRICA ACTUAL (1975-2000).
La poesía actual presenta una gran diversidad de corrientes, entre las que domina la llamada poesía de la experiencia.
La poesía de la experiencia se caracteriza por la expresión de las experiencias personales, en un tono objetivo y desengañado, mediante un lenguaje de tono coloquial.
Los principales representantes de la poesía de la experiencia son:
• Luís García Montero (1958) que ha defendido en varias ocasiones una lírica próxima a la realidad. Sus poemas se centran a menudo en los obstáculos amorosos, con un estilo coloquial y desapasionado, que huye de todo énfasis.
• Felipe Benítez Reyes (1960) encarna la visión lúcida y desencantada de la existencia que distingue a muchos autores de la lírica actual.
LA NARRATIVA ACTUAL (1975-2000).
Las novelas más relevantes de la narrativa actual son estas:
• Novela policíaca y de intriga. Los autores más destacados son: Manuel Vázquez Montalbán, autor de una serie protagonizada por el detective Pepe Carvalho, y Arturo Pérez-Reverte, con La tabla de Flandes.
• Novela Histórica. Las obras más importantes son: El oro de los sueños, de José Mª Merino, El hereje, de Miguel Delibes, y La vieja sirena, de José Luís Sampedro.
• Novela de la reflexión íntima. Se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la existencia. Las obras más destacadas son: El desorden de tu nombre, de Juan José Millás, y Mortal y rosa de Francisco Umbral.
• Novela de la memoria y del testimonio. La memoria de una generación y el compromiso con ciertos valores son los temas de esta corriente. Los autores más importantes son: Rosa Montero, con Te trataré como a una reina, y Luís Mateo Díez, con La fuente de la edad.
ALGUNOS AUTORES.
Eduardo Mendoza. En 1975 publicó La verdad sobre el caso Savolta, obra que se considera el punto de partida de la narrativa actual. Publicó obras como El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas o Sin noticias de Gurb, pero su mejor obra es La ciudad de los prodigios.
Javier Marías. Las novelas de este autor se distinguen por una serie de temas maniáticos, como el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo. Sus obras más destacadas son: Todas las almas,Corazón tan blanco y Mañana en la batalla piensa en mí.
Antonio Muñoz Molina. Él mismo destaca la calidad de la prosa, que desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Sus obras más destacadas son: El invierno en Lisboa, El jinete polaco, y Plenilunio.
MITOS DE LA TRADICIÓN ORAL
En las culturas andinas, como en todas las civilizaciones de Oriente y Occidente, los mitos juegan un papel importante en la vida cotidiana de sus habitantes, quienes, desde la más remota antigüedad, dieron origen a una serie de deidades que representan tanto el bien como el mal. Los mitos, en cierto modo, son la esencia de una mentalidad proclive a las supersticiones y responden a las interrogantes sobre el origen del hombre y el universo.
Los mitos, al igual que las fábulas y leyendas, fueron llevados por los pueblos primitivos en sus procesos migratorios y transmitidos de generación en generación. El mito no sólo enseña las costumbres de los ancestros, sino también representa la escala de valores existentes en una cultura.
El mito, a diferencia de la leyenda cuyos personajes existieron en algún momento pretérito de la historia, no tiene un tiempo definido ni un personaje que existió en la vida real. De ahí que el mito, tradicionalmente, está vinculado a la religión y el culto, pues sus personajes, admirados y adorados, son seres divinos, algo que tiene un nombre basado en un credo pero jamás en una prueba concreta. Entre las divinidades aztecas encontramos a Huitzilopochtli, que era el dios de la guerra; Tezcatlipoca (espejo humeante), dios del sol; Quetzalcoalt (la serpiente pájaro), dios del viento, creador y civilizador; Tlaloc, dios de las montañas, de la lluvia y los manantiales. El mito azteca de los cuatro soles refiere que los dioses crearon sucesivamente cuatro mundos; lluvias excesivas destruyeron el primero, lluvias de fuego el segundo, terremotos el tercero; los hombres del cuarto fueron convertidos en monos. Poseían una tradición del diluvio, del que se salvaron un hombre, Coxcoxtli, y una mujer, Xochiquetzal, quienes repoblaron el mundo. Entre los mayas Itzamna, asociado al sol, era el dios civilizador, Kukulcán (la serpiente emplumada) enseñó la agricultura y dio leyes justas. En la creación intervinieron los dioses Hunahpú, Kukulcán y Hurakán. Tras varios intentos fracasados hicieron al hombre maíz. El fuego lo recibieron los hombres de Hurakán, también llamado Tohil, en Guatemala.
COMPILADORES DE LA TRADICIÓN ORAL
En algunos países, aunque no existen escritores especializados exclusivamente en literatura infantil, hay quienes hacen el esfuerzo de desempolvar y rescatar del olvido los temas y personajes provenientes de la tradición oral. Entre los escritores argentinos, que han rescatado parte de ese infinito caudal, está Julio Aramburu, quien, en su libro El folklore de los niños, recoge canciones y leyendas de acento norteño; en parte, inspirado por don Juan Villafone, cuya obra, El libro de cuentos y leyendas, narra las aventuras de “Don Juan el Zorro”.
En Bolivia, Antonio Paredes Candia publicó un pulcro volumen de relatos titulado Cuentos bolivianos para niños, que cuenta las andanzas de un zorro ladino, conocido con el nombre de “Atoj Antoño”. El animal astuto, personaje preferido de los fabulistas; en la primera parte del libro se burla de la ingenuidad de todos los animales y, en la segunda, tropieza con un animal más listo que él, conocido con el nombre de Suttu, que es un conejo que trama sus planes hasta vencer al zorro. El texto contiene expresiones y sonidos onomatopéyicos en el dulce lenguaje de los quechuas y aymaras. Además, en Bolivia se encuentran tantos cultores de la fábula como compiladores de los ingeniosos relatos que se escuchan en labios del pueblo. Basta mencionar la antología Selección del cuento boliviano para niños de Hugo Molina Viaña, donde destaca el eminente folklorista Felipe Costa Arguedas, con el cuento “La perdiz y el zorro”. Toribio Claure hizo también intentos de adaptación del “Cumpa conejo”, pero sin lograr buenos resultados, ya que sus textos, sensiblemente, tuvieron un tratamiento demasiado didáctico, como todos los textos de lectura y escritura de la literatura infantil, que en un principio estuvieron sometidos a la tiranía de la pedagogía.
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